sábado, 22 de noviembre de 2008

EL VERDUGO DEL TIEMPO

Como si nada hubiese ocurrido, las plazas siguen siendo testigo de como envejecemos. La puertas de los bares se agrietan de usarlas al entrar a una charla de café. Nos damos cuenta de las veredas arregladas con otro color ya que no se fabrican esos mismos suelos. Esos desgastados de ir y venir de una reunión a otra. El tiempo nos pone el filo del cuchillo en la nuca para que apuremos la marcha. No respira entre segundo a segundo, dejándonos el aliento seco paso a paso. Y la crecida del río trajo camalotes y correntada. Un sol abrasivo a las tres de la tarde mientras la calle sigue recordándote que llegas tarde. Siempre llegas tarde. El filo del cuchillo de mueve hacia un lado y otro del cuello dejando una cicatriz. Cada mañana me pongo las zapatillas para ir a caminar, de casa a la parte del centro del parque del Paraná. Caras sudorosas apurando la marcha, llegan tarde, se levantan tarde, no quieren al verdugo. Detestan ese blanco cabello y aliento agrio. Algunas personas hacemos el mismo recorrido, otros se desvían a las terrazas con el desayuno. El río creció esta semana más de lo normal. Después de una hora de andar le llevo ventaja, me adelanto. Corro, paso de dos en dos las canciones. Y cruzo las calles en diagonal, paso los minutos a mi costo: precio ponderado en arrugas. Tomo la zona de la avenida para volver al punto de partida calma en la marcha. Abro la puerta, me descambio. Pasan las horas. Ese verdugo, come conmigo, se baña conmigo, mira los árboles de la plaza conmigo por la tarde. Y hace brillar el filo del tiempo al sol, recuerda el barrio y la mugre de la historia. Los dos polos. Al sentarse a mi lado pasa de un lado a otro de la nuca el filo del tiempo.

viernes, 7 de noviembre de 2008

¿FERIA? DEL LIBRO ¿LATINOAMERICANO?, EN ROSARIO

"Rosario, cuna de la bandera" dice el cartel a la entrada de la ciudad. Cuna de músicos, escritores, poetas, médicos, abogados, y tantos otros que a la orilla del Río Paraná han puesto sus maletas. Desde la pasada semana en la calle Sargento Cabral se desarrolla la llamada Feria del Libro Latinoamericana, ó Latinoamericana del Libro. Va, pues da lo mismo, son libros y latinoamericanos.
Como buena curiosa de la vida, fui con todas mis ansias a ve como era la cosa, como dicen por aquí. Y la cosa fue e irá mientras existan libros y editores y libreros y vendedores que hacen quieren hacer su trabajo. Por eso lo que van a leer a continuación no está relatado desde la bronca o el menosprecio sino desde la impotencia de ver un caradurismo de algunos frente al trabajo del escritor.
Primero como ciudadana ejemplar aboné la entrada de seis pesos (la conversión a su moneda hágala usted), que es bastante elevada dado lo que me encontré dentro: menos casetas que en la feria artesanal.
Y si por casualidad no lo sabe en esta ciudad hay más que en Madrid. Pasé la entrada y completé unos cuponsitos para ganar viaje u otra cosa que no recuerdo. Ya que había abonado el impuesto librero me daba igual ganar lo que sea. En las primeras casetas descubría a esas personas que llevan la tinta dentro con una capacidad para hacerte descubrir a escritores que no los había escuchado mencionar. Fue el mejor recuerdo que me llevé esa tarde de calor recalcitrante frente al edificio de la Aduana. Luego fui viendo otras casetas sin títulos demasidao llamativos pero tampoco los encargados que estaban allí hacían demasiado, ya que era más importante hacer el resumen de la facultad o mirar a la lontanancia buscando el sentido de la vida. Estos escritores como son. Pero descubrí en la entreplanta que H. James, S. Marai y Y. Kawabata tienen tienen orígenes hispanos. ¿A qué usted no lo sabía?. Pues yo tampoco sobre todo con la cantidad de escritores que se rompen la cabeza y el alma para dar a conocer su obra, y en esta feria sólo tenían espacio los conocidos de siempre.
Después de media hora, tatando se sacarle partido a mi entrada busqué algún pasillo o puerta por que no podía creer que una poca decena de casillas fuera la FERIA. Ahh, me olvidaba había pequeñas salitas que había presentaciones de libros y mi enhorabuena a esos escritores. Por que dar a conocer la obra de una merece mis felicitaciones y mis respetos. Y además no tiene nada que ver con mi relato sobre la Feria. De corazón saludos y mucha suerte.
Al ver otra vez los rayos de sol, pensé en tomar algo fresco y burbujeante. Obviamente no en una bar por que ese domingo estaba jugando Boca con no sé quién. Sabe lo que pasa que yo soy más de libros, vio no de Ferias.