martes, 20 de marzo de 2012

UNA OPINION

La Argentina ha cambiado, los tiempos se han renovado, las estructuras dejan de ser esferas intocables. El discurso parece de sordos. La historia de los últimos cincuenta años ha demostrado la confusión pública entre la simbiosis de estado y gobierno. Donde cada gobierno que asumía levantaba la bandera de ser la voz de “la gente” y ser el representante divino en la tierra del estado argentino. Y para contrarrestar ese discurso se levantaban banderas de nacionalismo recalcitrante desde la General Paz. Pero la historia se mueve, y por suerte hemos podido separar el estado del gobierno, y saber lo circunstancial de cada persona que ocupe el sillón de Rivadavia. El estado somos nosotros, el gobierno lo votamos nosotros. Pero no seamos inocentes, a determinados sectores económicos no les interesa que se eleve el nivel de discusión, de dialogo, de debate. Mejor seguir confundiendo, mejor que la gente no sepa distinguir. Claro está con solo ver las tapas de los diarios que vuelven sicótico a cualquiera ya que parece que una viviera en dos países diferentes donde la cuestión es hacer un estado a mi imagen y semejanza. Ni siquiera tienen la valentía de debatir con argumentos sólidos algo en lo cual están en contra. Por que de eso se trata la democracia: de debatir, de buscar puntos de encuentro, no sólo sentirse parte de un proyecto cuando juega la selección nacional de futbol. Ni de renegar de lo que no es el bife y la ensalada. Me parece que hemos crecido, o es lo que quiero ver o lo que espero ver. Cada uno habla sobre un tópico independiente, el gobierno pone en el tapete un tema y la oposición debate otro que quieren sostener con argumentos más que infantiles sin poder llegar a refutar ni siquiera a lo que están en contra. Sumado al nivel de irresponsabilidad del debate. Quiero seguir creyendo que hemos crecido, quiero seguir creyendo que otro modelo que país quedó atrás, y otro nuevo: con mayor equidad de oportunidades está formándose.