viernes, 10 de abril de 2009

CRISIS Y TERROR de Luciano Juncos

El siguiente texto pertenece a un amigo historiador llamado Luciano Juncos, oriundo de Carcarañá pero con una visión universal de la vida. Es un placer poder presentarles parte de su trabajo, aunque no será el último que vean por aquí. Palabras que describen la situción del interior de la Argetina, la cual para algunos será mas cercana y para otros será novedosa en cuanto a los actores y el escenario de una problemática sin resolución por el momento. A degustarlo.
Crisis y Terror
Las Herramientas del Dominio

Suenan los primeros acordes de “himno de mi corazón” de los Abuelos de la Nada y yo en la silla de siempre leyendo algunos de los titulares que aparecen en los diarios simultáneamente vienen a mi mente recuerdos de algunos informes televisivos y del pasado inmediato, que por cierto no me dejan un buen sabor.
Todo este combo informativo hace que mi día culmine un tanto alterado, pues cuando estoy acostado resuenan en mi cabeza, como un tambor incansable, las palabras “violencia”, “piquete”, “protesta”, “escrache”, “desocupación”, “pobreza”, “hambre”, “inseguridad”, “muerte”, “crisis”, y como si esas palabras sueltas no bastaran aparecen las frases: “el gobierno contra el campo”, “el campo contra el gobierno”, “camioneros vs. agrarios”, “adelantamiento de las elecciones”, “está todo cada vez más caro”, ya no hay plata que me alcance”, etc..
Soy un ciudadano que no está involucrado directa o inmediatamente con ninguna de las facciones que hoy en día dicen ser el motor de bienestar económico (que al parecer lo confunden con bienestar social), o de los que hablan de la coparticipación y el reparto de las riquezas (de quienes sólo espero que, cuando se repartan la torta, lo hagan con un cuchillo serrucho de modo que cuando terminen pueda ir a buscar lo que queda entre los dientes, eso sí, siempre y cuando no haya algún vivo que le pase la lengua).
No es que me cueste expresar lo que siento pero actualmente no se si estoy amargado, indignado o desahuciado, pero lo que sí sé es que estoy completamente confundido. Escucho hablar al ex presidente criticando las decisiones y posturas que toma el campo. No entiendo qué hace dando un discurso. Espero disculpen mi ignorancia, pero no sabia que los aspirantes a ocupar un banquillo en el senado daban esa clase de discursos como parte de su campaña, es más hasta me párese demasiado excesivo para un posible futuro senador. Digo esto porque hoy no es más que cualquiera de nosotros y se sube a un escenario a dar fervorosos discursos en nombre de la Nación sin tener en cuenta que sus palabras podrían desatar una ola de violencia. Por otro lado están los que representan al campo hablando en contra de las decisiones del gobierno, a los que se les suma parte de la oposición política al oficialismo. Esta gente, los del campo, reclaman, por una parte, dinero (que es lo que lleva a la mayoría de ellos a las rutas), por otra, una reforma impositiva, baja de las retenciones y ayuda económica para los sectores, de su “rubro”, más afectados de los últimos años. Ellos aseguran que si el gobierno sigue estas medidas la economía se reactivaría y todos quedaríamos felices y contentos. No entiendo cómo en lugar de ordeñar, sembrar, cosechar, etc. no fueron economistas.
De todas formas, esa no es la cuestión. Supongamos que es cierto y todos, dentro de unos años, podamos tener el 0 Km. esperándonos fuera de nuestra casa (en este momento imagino lo contento que estaría ese chango chaqueño que al salir de su rancho se encuentra con su Focus, eso sí, base, el que utilizará para hacer los 15 kilómetros que debe para conseguir agua). Ahora, me pregunto ¿el bienestar económico a costa de qué sería? Tal vez de la piedra que le caiga encima al auto y logre partirlo al medio o que lo derrita el sol de un medio día de enero. La deforestación, de lo que es también culpable el gobierno, para conseguir nuevas tierras cultivables es cada vez mayor y esto contribuye, aun más, al cambio climático. Pero no hay que ser tan dramático, tal vez sólo nos quedemos sin agua para beber, porque los agroquímicos que utilizan contaminan las napas o quizás el daño pueda ser aun menor: tener algún familiar con una enfermedad respiratoria o cáncer. Investigaciones recientes demuestran que el porcentaje de estas enfermedades en pueblo o ciudades que se encuentran entre tierras cultivadas es más alto que el de las que no lo están. Adivinen qué, Carcarañá pertenece a las primeras.
Pero esto no culmina aquí. Párese que todos leyeron a Maquiavelo: el oficialismo manda a camioneros a pelear con los del campo, a personas, de bajos recursos económicos, que pinten y escrachen las casas de funcionarios que se oponen al gobierno. Estos últimos envían aliados a las rutas para que aconsejen a los agrarios y así no caigan en el plan del gobierno, que es enfrentarlos con el resto de la sociedad. La oposición al gobierno considera que si el enfrentamiento entre campesinos y camioneros se llevara acabo la sociedad vería la violencia de quienes “paran” al país y avalarían al gobierno si este sacara por la fuerza a los agrícolas de las rutas. Pero lo que más inquieta a la oposición es que esta parte del pueblo (la que avalaría al gobierno si la situación planteada se diera), les de su voto en las próximas elecciones que ahora sí son próximas.
Es así que me encuentro a la espera de algún héroe que nos salve y que me ayude a comprender quién dice la verdad, quién miente, por qué si todos quieren el bien de la Nación pasó todo un año y aún no se ponen de acuerdo.
Sin temor a sonar melodramático les confieso que me siento al borde de un abismo con alguien por detrás dándome a elegir entre saltar o dispararme un tiro (al menos me toco un sicario democrático ¿no?). No sólo no sé a quién creerle sino que además tengo la sensación que estamos a unos pasos del estallido social. Los reclamos que recibe el gobierno no son únicamente por alguna clase de impuestos o retenciones sino que el reclamo más contundente e incesante es por la seguridad, algo que nuestro magnánimo y omnipotente intendente no logra conseguir. Tengo toda la sensación que la esperanza de vida de los argentinos ya no depende de la saludable vida que se haga sino de lo rápido que puedas ser a la hora de entregar tu celular, billetera y zapatillas a quien muy “amablemente”, apuntándote con un arma, te lo pide. Pero éste es un tema que merece un artículo aparte, porque tal vez no sólo leyeron a Maquiavelo sino que también a Hobbes y su plan (me refiero a los que comandan el Estado), sea dominar con el terror la voluntad de todos. Así que no voy a continuar.
El objetivo de estas líneas fue plasmar una parte de esa sensación de confusión que tenemos quienes nos encontramos un tanto al margen del conflicto gobierno-campo pero no asilados de la sociedad y sufrimos los abatares diarios que ésta nos presenta. Considero que este conjunto de cosas no nos hace la vida más feliz y por lo cual, si nos incitan, es posible que tomemos decisiones violentas. Espero que esto no suceda. Recordemos que somos parte de una historia única, la historia de la humanidad.
Hoy mi deseo más profundo es que, aunque sea por error, nos demos cuenta de eso, porque estamos haciendo la cola, con la entrada en la mano, para asistir a nuestra autodestrucción. Quédese tranquilo, si sucede, seguro tendrá asientos en primera fila.

1 comentario:

La Habitacion invisible dijo...

hola Clarisa,como estas?lei tu mail
y tambien tengo cosas que contarte ,ya te escribire...
cuanta lucidez como la d tu amigo falta en argentina che...se va todo al joraca...eso me apena,yo igual quiero volver sabes,ya veremos..
un abrazo enorme amiga
besos
Esteban