domingo, 27 de septiembre de 2009

ARGENTINALGIA de Juan Pablo Angelone


En esta oportunidad nos vuelve a visitar por este RINCÓN Juan Pablo Angelone. Un amigo de la casa, y un placer volver a leer sus cuentos reunidos en el libro ARGENTINALGIA (Cuentos para un país que nos duele). Ha definido el título del libro “no como un juego de palabras entre Argentina y nostalgia ni alude al dolor por la pérdida de un presunto país-paraíso ideal”. Sino el “dolor de hombres y mujeres de carne y hueso, el dolor de los mal llamados perdedores –mal llamados, sí, porque las condiciones de existencia de los seres humanos no pueden estar sujetas a inciertos desenlaces, como si se tratara de las competencias deportivas que el término evoca-. Es el dolor de la clase media empobrecida. Es el dolor de los pobres que se volvieron más pobres. Es el dolor de los militantes populares que fueron traicionados o –destino mucho peor aun- ninguneados. Es un dolor que empieza –o asume nuevas formas- con la infame década menemista, si bien las bases para su implantación ya eran realidad desde los años de la dictadura desaparecedora. Es el dolor humano que estalló en diciembre del 2001 y sigue estallando en el día a día de quienes no nos resignamos. Es un dolor padecido por humanos, pero creado por otros humanos. A pesar que los textos se circunscriben en un determinado territorio, los hechos lamentablemente pueden haber ocurrido en cualquier latitud del planeta. No creo que haga falta agregar nada más sobre los textos y el compromiso, como siempre, de Juan con la realidad que transita. Vuelvo a insistir en detenerse en estos dos textos, que hay que saborearlos aunque dejen un gusto amargo de historia.


ELLOS SIEMPRE ESTÁN...

-El tesito tráemelo con edulcorante, querida, que a mí me sobra dulzura...
De esa manera, entre resignada y burlona, el viejo daba a entender los límites que la diabetes ponía a sus gustos a la hora de la merienda. Solía jugar a ser galante con ella, alabando sus “ojos color del cielo” o su sonrisa de “dientes de perla”. A Yanina no le molestaban los arrebatos del viejo, que podía a llegar a ponerse empalagoso pero nunca obsceno. Después de todo, era mucho más fácil soportar a un anciano bien vestido que sabía tratarla con respeto y no a otros hombres, tal vez más jóvenes –más atractivos, incluso- pero mucho menos educados.
-Ahí está llegando tu novio, Yani –le decía Tudino, con sorna, cada vez que el viejo entraba en la confitería. Ella prefería sonreír discretamente ante el comentario. La broma de su jefe la incomodaba un poco, pero apenas llevaba un par de meses trabajando allí...
-Vos me haces acordar a una artista de cine, a una norteamericana.
-¿A quién? –replicaba ella, sonriendo- ¿A Katherine Zeta Jones?
-No, no. A una de antes –contestaba el viejo- Pero vos no debes conocerla. Se llamaba... Hedy Lamarr... Aunque me parece que no era norteamericana... Creo que era alemana, pero que se había ido a vivir a Norteamérica... Grandes personajes los alemanes...
La mirada de Yanina lo decía todo.
-Sí, seguro que no la conoces. La próxima vez que venga te voy a traer una foto de ella, para que la conozcas. Está autografiada, ¿sabes? Mi señora juntaba fotos de artistas cuando era jovencita. Ella les escribía a Norteamérica y los tipos le contestaban. Tenía fotos de Gary Cooper, de Susan Hayward... de Jimmy Stewart...
Yanina seguía con la misma expresión de extrañeza en sus ojos. El viejo la observó y sonrió, casi compadeciéndola.
-Sí, claro... Para vos es como si te hablara de la prehistoria, ¿no?... Mi mujer falleció hace cuatro años... La extraño mucho. Debe ser por eso que todavía sigo guardando todas sus cosas... A mí también me gusta mucho el cine... Con el cine uno se escapa un poco de la realidad, cuando la realidad se pone mala, ¿no?. Después de todo, es mejor ver películas que drogarse... Me gusta mucho el cine... Pero no sólo mirar películas; también leo mucho sobre los actores, los directores... Claro, los hombres somos menos románticos. A mí siempre me gustaron más las películas de acción; sobre todo las de guerra... Casualmente, estaba leyendo en el diario que se murió George Scott. Él hizo la vida del...
-¡Dos cortados, flaca!
Demasiada impertinencia la de esos dos muchachos. ¿No podrían haber llamado a la otra moza?... Después de todo, Milena estaba detrás del mostrador, aburrida, sin hacer nada... Pero esa mesa le correspondía a ella, y Tudino la estaba mirando.
-Mira, esta es Hedy Lamarr. ¿No es cierto que se parece a vos?
Había, en efecto, un cierto aire de familia entre ambas. Aun así, la foto en blanco y negro no decía mucho más que ese lacónico “Best Wishes. Hedy Lamarr”.
-Vos podrías ser artista, nena. Sos muy linda –le decía el viejo, con su acostumbrada galantería- Ya sé que con la belleza física no alcanza, pero por ahí se empieza... Qué cosa el juego de los actores, ¿no?... Eso de hacernos creer lo que no son... Qué cosa...
-¡La reputísima madre que lo parió!
La voz de la mujer sonaba áspera, agresiva. Los dos muchachos, esos que ni sabían decir “buenos días” intentaron tranquilizarla, con la poco realizable intención de no llamar la atención. Desde atrás del mostrador, Milena la miró mal, también Yanina. Después le llevó el habitual tesito al viejo.
-Esa mujer no podía ser más desubicada, ¿no? –le dijo el viejo, hablando muy despacio.
-Y sí –respondió Yanina- Además es bastante amarga. Siempre está mirando con cara de querer morder a alguien.
Sonriendo, el viejo le echó edulcorante a su té.
-Mira piba, yo no soy un puritano ni mucho menos. Si me lastimo un dedo con un martillo no voy a decir “Ay, caramba”... Pero me parece que uno no se puede comportar como un energúmeno en un lugar público... Eso es culpa de la televisión... Pensar que hasta hace unos quince o veinte años en la televisión no se decían guasadas... Era otro país, querida... Otro país... Bueno, en el cine también se ve y se escucha cada cosa... Debe ser por eso que a mí me gustan más las películas de antes...
Tudino la llamó al mostrador en ese mismo instante. Contrariada, Yanina obedeció la orden.
-No tenés que hablar tanto con los clientes –la reprendía en voz baja- Tenés que ser amable, y punto.
Cuando se trataba de ese simpático señor, Yanina no se conformaba con “ser amable y punto”. Una dulce y limpia corriente de afecto parecía estar tomando forma entre ellos, y la chica sentía que, simplemente, no tenía que pedir disculpas por eso. Tal vez el hecho de haberse criado sin abuelos la llevaba a no disimular su afecto por ese viejito piropeador y cinéfilo.
La mujer que había insultado en voz alta llamó a Milena para pagarle. Luego se levantó, la primera, antes de los muchachos. Antes de salir del local, uno de ellos, el de aspecto más desprolijo, miró de mala gana al viejo, quien no pareció percatarse. Yanina no pudo evitar mirar al joven con cierto fastidio, incluso con desconfianza.
La confitería respiraba optimismo por sus cuatro costados. El dueño no era radical ni del FREPASO; mucho menos Milena y Yanina. Pero los tres habían votado por De la Rúa, con la esperanza de que las cosas cambiaran un poco; o al menos, para castigar al menemismo. Tudino no estaba en el local. El viejo entró saludando discretamente, conservando siempre sus buenos modales.
-¿Y? ¿Cómo le fue en las elecciones? –preguntó Yanina, mientras le servía el té.
Sin perder la compostura, el anciano respondió secamente.
-Mira muchacha, lo importante es que le vaya bien al país.
Ella no se dio por vencida. Jamás lo había visto tan malhumorado, pero confiaba en que su tan agradable cliente terminaría explayándose con más confianza.
-Pero, ¿a quién votó?
-No, mi querida. Yo ya pasé los setenta años y, por ley, no tengo obligación de ir a votar... ¿No me traerías un vasito de agua?...
Algunos días después, el cliente favorito volvía a mostrarse tan afable como siempre. Pero ahora era ella la que se veía triste, angustiada, y el viejo lo había notado.
-¿Qué pasa hoy con esos ojos color del cielo, que están sin estrellas?
Ella sonrió forzadamente.
-No, bueno... Al lado de mi casa vivía una viejita que se había quedado viuda. Venía casi todas las tardes a ver a mi mamá, o a veces mi mamá iba a la casa de ella... Se hacían compañía, ¿vio? Mi papá está todo el día afuera, y cuando vuelve a casa... Bueno...
No podía contar todo lo que sentía sobre su padre. La confianza con el gentil anciano era mucha, pero no llegaba a tanto.
-¿Qué sé yo?... Tomaban mate... Miraban televisión... Se habían hecho muy compinches, ¿vio?... Hace unos tres o cuatro días, las dos estaban en casa de la viejita y ella se sintió mal, algo del corazón... Mi mamá llamó a la emergencia, pero llegaron tarde... La viejita se le murió casi entre los brazos...
Se le escaparon algunas lágrimas. Tudino la estaba mirando, desaprobándola, desde el mostrador. Los ojos del viejo se tornaron brillosos, al menos durante algunos segundos.
-Te entiendo, querida. ¿Cómo no te voy a entender?... Claro, yo estoy más curtido...
-Sí, claro –interrumpió ella- Por lo de su señora...
-No solamente por mi señora... Yo soy médico... Bueno, ya no ejerzo... Pero bueno, soy médico... Te imaginarás que estoy muy acostumbrado a la muerte...
-Claro... Debe ser muy feo perder a un paciente, ¿no?
Ahora parecía ser ella la que compadecía a su interlocutor. El viejo suspiró.
-Sí... Pacientes...
Quedó callado. Yanina comprendió que por ese día la conversación había sido suficiente.
Allí estaban otra vez esos dos muchachos desalineados y, junto a ellos, esa mujer brusca y malhablada. Le pidieron tres cortados.
-Flaca, ¿vos sos amiga del viejo ese que se sienta al lado de la ventana que da por calle Montevideo? –le preguntó uno de los muchachos.
¿A qué venía tanta curiosidad? ¿Estarían vigilando al viejito porque querrían asaltarlo? Definitivamente, a Yanina no le gustaba esa gente.
-No, amiga no... Pero como viene seguido... Bueno, a veces hablamos...
La mujer la miraba, sin hablar, como si estuviera reprochándole algo. El muchacho que hablaba con ella prefirió mostrar modales más correctos.
-¿Vos sabes cómo se llama?
Dijo que no. No les mentía. Después aprovechó que otra de sus mesas estaba ocupándose para dar por terminada la conversación.
-¿Puede ser un exprimido? –le preguntó la recién llegada clienta, una cuarentona con aspecto de profesional.
-Sí, claro.
-Ah, discúlpame... ¿Tenés el diario?
Lo tenía, pero debía ir a buscarlo a la cocina. Cuando volvió a la sección de las mesas vio a Tudino conversando con los dos muchachos y la mujer malhablada... Más precisamente, estaba escuchando un sermón que esta mujer le estaba dando.
Los tres clientes se fueron después de hablar con el patrón, quien pese a escucharlos con atención, se veía deseoso de sacárselos de encima. Un rato más tarde, el patrón y las dos empleadas se habían quedado solos.
-¿Y esos tres que querían, Franco?
Por algún motivo, Milena se permitía esa confianza de llamar al jefe, por su nombre.
-Ufff, ganas de joder nomás... Quieren que declaremos persona no grata a un cliente, y que no lo dejemos entrar en la confitería.
-¿Y quién es el cliente? ¿Alguien que viene seguido?
-Sí, bastante seguido... Es el viejo ese tan educado que siempre se la parla a Yanina –respondió, mientras la señalaba descuidadamente.
Yanina lo miró, extrañada.
-Pero, ¿por qué?...
-Nada... Parece que en la época de los milicos el viejo fue torturador... Y de esos que también se robaban pibes...
¿Sería posible? ¿Ese viejito tan amable?... No, no podía ser... Seguramente esa mujer, desubicada como siempre, se había confundido... ¡Si el viejito ni siquiera era militar! ¡¿Acaso no era médico?!... (estoy muy acostumbrado a la muerte) ¡Torturador, por favor! ¡Un señor que guardaba fotos de artistas de Hollywood en memoria de su mujer no podía ser ese monstruo! (Era otro país, querida... Otro país...)
O tal vez sí lo fuera...
-¿Qué le pasa a la princesa que hoy está tan triste?
-No... no me siento bien...
Mentía para disimular su desagrado. El viejo, ignorando lo que ella sabía, siguió intentando halagarla con sus cursilerías. Pero Yanina no cambiaba su actitud. Resignado, el viejo se levantó y tomó el diario que había en otra mesa, vacía.
-Bueno, parece que hoy no es el día –se le oyó decir, por lo bajo.
Abrió el periódico en la sección “Policiales”, no sin antes calzarse sus anteojos. La diabetes le había provocado una gran disminución de la vista en los últimos años.
Tudino había notado que Yanina se sentía a disgusto. Estando ella en el mostrador, se le acercó y le habló, también él, en voz muy baja, y con un tono irónico.
-¿Qué te pasa, ché? ¿Tenés miedo de que tu galán te secuestre?
¿Cómo podía atreverse a hacer una broma tan macabra? Él, que ni siquiera había tenido el valor de enfrentar al viejo, sabiendo quién era.
-¿Y usted? –se atrevió ella a enfrentarlo, si bien cuidándose de no alzar la voz- ¿No piensa declararlo persona no grata a ese hijo de puta?
-¡No me jodas, nena! –le advirtió su patrón, hablando también en voz baja- ¡Lo único que me falta a mí es ponerme a elegir clientes, como si me sobraran!... Después de todo, yo no tengo la culpa de que ese tipo ande suelto.
Desde su mesa, el viejo escuchó los murmullos, aunque sin comprenderlos.
-¿Algún problema, piba? –le preguntó a Yanina, mientras ella le servía el té.
-No, nada –respondió ella, secamente.
-Toma, cóbrate –dijo el viejo, pagándole el té sin haber empezado a beberlo siquiera.
Se llamaba Santiago Robles, alias “Doctor Sosa”. El resto del afiche contaba parte de sus terribles antecedentes y anunciaba el escrache para dentro de unos días.
-¡Ufa, otro escrache!... –se quejó Tudino- ¡Seguro que otra vez van a cortar el tránsito!
Robles vivía a tres cuadras del bar. Durante esos días no se dejó ver por allí. Sin embargo, había dejado de ser para siempre ese galante viejito, fanático del cine… Ese cliente anónimo...
-A lo mejor el viejo se cambió de barrio –conjeturó Milena, hablando sobre un tema del cual conocía muy poco.
-Mira quien viene, Yani.
Milena le señaló al viejo, hablando en un tono más bien neutro. Después de todo, para ella daba lo mismo que Robles volviera o no volviera a aparecer. Algo parecido a lo que sentía Tudino. Pero para Yanina no era así. No sabía mucho de política, ni de derechos humanos, pero sabía que los militares habían hecho cosas terribles. Les temía, más que a su padre, que era policía.
-¿Cómo le va a la princesa de la cuadra? –saludó el viejo, con toda naturalidad.
Ella respondió el saludo, fingiendo simpatía, insultándolo por lo bajo.
-¡No sabe como lo extrañamos! –le dijo al viejo, sin que él alcanzara a comprender el sarcasmo de Yanina- ¿Anduvo de viaje?
-Estuve en Roldán, en la casita de un amigo... Aparte del cine me gusta mucho el campo. Y bueno, ese lugar es lo más parecido al campo...
-¿Usted sabe que estamos en la semana de la dulzura? –interrumpió ella, mintiendo a sabiendas.
-Querida, para los diabéticos como yo todas las semanas son de la dulzura –bromeó el viejo.
-Pero en esta semana se usa hacer un canje... Una golosina por un beso... Si usted me da un beso yo le doy un bomboncito.
-La verdad que es algo muy tentador, con esos labios de ensueño que tenés –dijo el viejo, con una expresión que, por primera vez, a ella le pareció más lasciva que caballeresca- Pero yo me tengo que cuidar de los dulces, ya sabes.
-Bueno –insistió ella- pero por un bomboncito de dulce de leche, ¿qué le puede pasar?
-Y bueno, bah –dijo el viejo, entre convencido y resignado- En todo caso, después me aumento un poco la dosis de insulina. ¿A ver ese bomboncito?
Por un momento Yanina sintió que al hablar del “bomboncito”, el muy baboso estaba refiriéndose a ella. Conteniendo su asco, dejó que Robles mancillara su mejilla izquierda con el toque de esos labios húmedos y pegajosos. El rostro del anciano torturador reflejaba un placer, tal vez no experimentado por él en mucho tiempo.
-Acá tiene su bomboncito, a cambio de un beso.
-Si no fuera por este maldito páncreas –se quejó el viejo, con su cada vez menos creíble simpatía- ¡Bien que me hubiera gustado comerme dos bomboncitos!... Pero a mi edad...
Luego le guiñó el ojo a Yanina, buscando una complicidad que no encontró.
-Bueno, m´ija –dijo, retomando su trato más correcto, de otras veces- Volvamos a la normalidad, nomás. Tráeme mi tesito con edulcorante.
Nadie, ni Tudino ni Milena, la vieron cuando vaciaba el contenido de tres sobrecitos de azúcar en la taza.
-Acá tiene su tesito –le dijo, casi descuidadamente, sin atreverse a escupirle todo su odio en la cara.
El viejo vació los dos sobrecitos de edulcorante en el té y dio el primer sorbo. Ella se quedó mirándolo, ansiosa, rogando que el viejo no notara la diferencia en el sabor de la infusión. Robles hizo un gesto de desagrado, pero siguió bebiendo en silencio, sin quejarse.
Yanina volvió al mostrador, con la convicción de haber ejecutado su plan maestro con total éxito. El bombón parecía haber logrado disimular el sabor del azúcar prohibida que contenía ese té. Quién lo sabe. Tal vez esa misma noche el viejo cretino tuviese un shock hiperglucémico. Su tío Guido, que era diabético y no se cuidaba en lo más mínimo, había muerto de ese modo. Tal vez, quién sabe, si aún existía algo de justicia, el viejo cinéfilo y empalagoso no volvería a pisar el bar de Tudino, ni a alabar sus “ojos color del cielo”, ni a hablarle de Hedy Lamarr, ni de su acostumbramiento a la muerte... Aunque, por supuesto, el engaño podía fallar.
-El tesito tráemelo con edulcorante, querida, que a mí me sobra dulzura. En estos días me subió bastante la glicemia y tengo que cuidarme más que nunca.
Yanina le sonríe, forzadamente, apenas disimulando su frustración. Bien dicen que yerba mala nunca muere...
-¿Sabes una cosa, querida? Vos me haces acordar mucho a una artista de cine... Una de las de antes... Se llamaba Vivien Leigh... Seguro que la oíste nombrar. Fue la que hizo Lo que el viento se llevó con Clark Gable…


FAMILIAS, VIOLENCIAS, INJUSTICIAS

El asunto venía jodido. El gobierno ya debía cuatro meses de sueldo a los administrativos, y hasta había amenazas de despido. El viejo nunca creyó que le fuera a tocar a él. Después de todo, en casa somos todos peronistas y venimos votando al gobernador desde siempre.
-Yo nunca me meto en quilombos, vieja –le decía siempre el viejo a mi mamá- Si acá llegan a echar a alguno será a los que joden; a los zurdos, como el loco Requejo. ¿Pero a mí qué me van a hacer? La gente del Gallego no se va a jugar a perder votos rajando a los que están del lado de ellos.
El viejo siempre fue un tipo tranquilo. Nunca tuvo problemas con la cana, y tampoco se metía mucho en política. Para él, ser peronista quería decir tener en el corazón a Perón y a Evita, votar siempre por el partido, apoyar los paros contra los gobiernos de la contra y estar en los actos por el diecisiete de octubre... Bueno, ya hacía un par de años que no había grandes actos, pero igual...
Requejo también decía que era peronista, pero era un tipo muy quilombero y por eso le habían hecho fama de comunista. Dicen que en la época de la guerrilla estuvo metido con los montos, pero nunca se supo si era verdad. No era delegado, ni sindicalista; ni nada de eso... Pero siempre decía que había que combatir a los oligarcas como hacían Evita y el Ché. No votaba en las internas del gremio porque decía que los dirigentes eran todos burócratas que estaban a espaldas del pueblo... En fin, cada loco con su tema...
Para hoy se había organizado un paro con movilización, para reclamar por los sueldos atrasados y por los compañeros con amenaza de despido. Mi vieja estaba re-asustada, y se cansó de hacerle recomendaciones al viejo.
-Cuídate, Pascual. Dicen que el gobernador va a sacar la policía a la calle... La verdad, yo me quedaría más tranquila si te quedas en casa.
El viejo se rió, muy despacito. Después la abrazó, tratando de hacer que se quedara tranquila.
-Pero vieja, ¿vos te crees que la policía va a salir a la calle para meter preso a Pascual Zamora? ¿Sabes quiénes deben estar entre los milicos? Diego, el hijo de los Funes; Mariano, el marido de mi prima Pochi... Acá todo el mundo conoce a todo el mundo. Acá todos saben que en casa somos todos del Gallego –le dijo, mientras señalaba el afiche del gobernador que tenemos en la pared de la cocina, al lado de los cuadritos de Perón y Evita- Si se arma podrida, va a ser por los zurdos. Los tarados como Requejo son los que se tienen que cuidar. Vos quédate tranquila, que si hay bronca yo me abro.
Pero la vieja no podía quedarse tranquila. En todas partes se corría la bola de que la gente estaba muy caliente, y que la marcha iba a terminar mal. No había salido el viejo de casa cuando la vieja ya le estaba rezando a la Virgencita.
La vieja nos sirvió el mate cocido a la Jimena y a mí. A las ocho y media me fui para el taller. El viejo Marino me estaba esperando. Yo ya me la veía venir. El forro estaba decidido a romperme las bolas con el asunto de la marcha.
-¿Y Gera, qué me contás? ¿Así que el Gallego los volvió a joder a los compañeros?
Marino es radical, y aprovecha cada vez que puede para gastarme con las cagadas que se manda el gobernador. Como él es el patrón, yo tengo que hacerme el boludo y bancarme todo... Claro que a veces me doy el gusto de gozarlo un poquito cuando se le descubre algún chanchullo a un radicheta... Por ejemplo, lo del enriquecimiento ilícito del concejal Fontanal... Pero hoy no le di bola y me metí de lleno en la única reparación que teníamos que hacer... Siempre hay poco laburo...
A eso de las once y media, cayó un vecino de Marino. Estaba bastante nervioso.
-¿No se enteraron del quilombo enfrente de la casa de gobierno? ¡Parece que hubo un montón de heridos!
Creo que me puse pálido. Marino se debe haber dado cuenta, porque me preguntó si mi viejo había ido a la marcha. Le dije que sí.
-Si querés anda para tu casa, Gerardo. A lo mejor tu vieja te está necesitando.
-No, don José, gracias. No creo que a mi viejo le haya pasado nada...
-Anda pibe, hacéme caso...
La verdad es que yo no tenía miedo por mi viejo, en serio. Me lo imaginaba al loco Requejo tirándole con lo que venga a la cana... ¿Pero mi viejo?... Igual le hice caso a Marino y salí del taller.
En la calle la gente no hablaba de otra cosa. Que si habían roto un montón de vidrios. Que si quemaron los afiches de la campaña del Gallego. Que si hubo más de cincuenta detenidos...
Mi vieja estaba sentada en la cocina, mirando la televisión, llorando. El noticiero local estaba pasando una edición especial. Ahí estaba el César Herrero, hablando al pedo, como siempre.
-Lo que comenzó siendo una legítima protesta de los trabajadores terminó convirtiéndose en una verdadera batalla campal a causa de los desmanes provocados por activistas que nada tienen que ver con los intereses de los trabajadores. ¡En instantes, imágenes exclusivas de los disturbios frente a la casa de gobierno! ¡Tele-Norte al instante!
-¡Ay Gerardo, tengo miedo! –me dijo mi vieja, mientras se secaba las lágrimas- Tengo miedo que...
-¡Pero ni lo pensés, vieja! El viejo ya debe estar viniendo para acá. ¡El quilombo lo deben haber empezado los zurdos!... ¿Qué sé yo? ¡El loco Requejo!...
En ese momento empezaron a mostrar imágenes por la tele. Era un desastre... Un par de locos con pañuelos en la cara tirando bombas de humo. Los milicos tiraban bastonazos para todos lados. Por ahí, algunos empezaron a los tiros. Quise creer que eran balas de goma. Una mujer se acercaba al micrófono del periodista, gritando como una loca mientras se señalaba la frente que le sangraba.
-¡Esta es la democracia del señor Fernández! ¡Esta es la democracia que nos mata de hambre y nos reprime!
-¡Seguro que ella se lo buscó, vieja! ¡Si se la bancan para armar quilombo, también se la tienen que bancar para recibir los palazos!
¡Pobre vieja! ¡Yo ya no sabía qué decirle! En eso apareció un primer plano del loco Requejo, puteando a los canas... Pero eso no era todo...
-Ché, Gerardo... ¿Ese policía no es el marido de la prima de tu padre? –me preguntó la vieja, espantada.
Y tenía razón, nomás. Era el Mariano. Él y otro milico se la habían agarrado con Requejo, y lo estaban reventando a bastonazos. El pobre loco perdió el equilibrio, entre tanto golpe, y se cayó. ¡Los hijos de puta le seguían pegando en el suelo! Después el Mariano lo agarró de los pelos, y justo ahí se cortó la imagen. Enseguida apareció de nuevo el pelotudo de Herrero.
-Más allá de algunos lamentables excesos cometidos por la policía, poca duda nos cabe de la responsabilidad de sectores políticos de izquierda en los disturbios que estamos contemplando con mucho dolor... ¡EN INSTANTES, DECLARACIONES EXCLUSIVAS DEL GOBERNADOR MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ! ¡TELE-NORTE AL INSTANTE!
La vieja y yo nos miramos, sin saber qué decir. Ella se arrimó a la imagen de la Virgencita, rogándole que al viejo no le hubiera pasado nada. Yo, que no soy de rezar mucho, la acompañé en la oración. Estábamos en eso cuando oímos que estaban abriendo la puerta de calle.
-¿Viste, vieja? Si yo te dije que al viejo no le iba a pasar nada. Acá lo tenés, sin un solo moretón.
La vieja se hizo la señal de la cruz un par de veces. El viejo, sin hablar, entró y se sentó en la mesita del living... Yo nunca le había visto esa expresión tan... tan rara, tan dura. La vieja se le fue acercando, despacito.
-Pascual, viejo... ¿Cómo te fue? ¿Qué pasó?
-¡Cómo si fuéramos delincuentes!... ¡Hijos de mil puta!... ¡Cómo si fuéramos delincuentes!
Hablaba sin mirarnos, como si estuviera él solo en esa pieza, o como si estuviera en otro mundo.
-Les dieron sin asco los milicos, ¿no? –le pregunté, como si no supiera lo que había pasado.
-¡¿Y acaso no lo viste por la televisión, pelotudo?!
Ahí me asusté un poco. El viejo no era de insultarme fuerte, salvo cuando estábamos en tren de joda. Pero ahora estaba muy distinto; parecía otro.
-¡Pero Pascual, no te la agarres con Gerardito! ¡Los dos estábamos tan preocupados!
-¡Ay, míralo a Gerardito! ¡Pobrecito el mariconcito! –dijo el viejo, imitándola un poco a mi vieja- ¡Estoy en mi casa, carajo! ¡Y en mi casa yo me la agarro con el que yo quiera, qué joder!
Le hice señas a la vieja para que se quedara piola. Dejamos solo al viejo y apagamos el televisor. La vieja se fue para el patiecito. Yo me metí en mi pieza. Sería cerca de la una menos cuarto.
A eso de la una y diez escuché, desde mi cama, al viejo, que gritaba.
-¡¿Qué pasa?! ¡¿Hoy no se come en esta casa?! ¡¿Primero vienen los milicos a querer pegarme como si fuera un chorro y ahora mi mujer me quiere matar de hambre?!
La vieja no se había movido del patio. Yo me hice el boludo y no salí de la pieza. Pero en ese momento oí que entraba la Jimena. No entendí muy bien lo que le dijo al viejo, pero a él si lo escuché bien clarito...
-¡¿Y a mí que carajo me importa si los cagan a palos a los zurdos?! ¡¿Qué mierda tengo que ver yo con esos tipos?! ¡Yo no soy un subversivo; soy un laburante!
Salí corriendo de mi pieza. No la quería dejar a la Jimena, sola con el viejo, y con esa locura que le había agarrado. Cuando llegué al living, vi que la vieja estaba con ellos, tratando de disimular que lloraba.
-¿Se puede saber qué les pasa a ustedes tres? –nos dijo el viejo, como queriendo provocarnos- Me miran como si yo estuviera loco. ¡Yo no soy el loco, carajo! ¡Los milicos son los que están locos! ¡Y ese hijo de puta tiene la culpa de todo! –nos gritó, señalando la foto del Gallego Fernández que tenemos colgada en la pared- ¡Vos tenés la culpa, concha de tu madre! –volvió a gritar, mientras le tiraba al cuadrito con un vaso que estaba en la mesa.
-Viejo, tené cuidado –le dijo la vieja, hablando ella misma con mucho cuidado- Mira que le podes pegar a los retratos del General y de Evita...
-Me cago en esos cuadritos de mierda! ¡Si este Gallego hijo de puta nos sigue haciendo cagar de hambre, dentro de poco nos vamos a tener que comer los cuadritos!
-¡Pero Pascual! –insistía mi vieja- ¡Son Perón y Evita!
-¡¿Pero qué te pasa a vos, pedazo de pelotuda?! ¡¿Ahora te preocupas más por dos muertos que por tu marido?!
¡Cómo estaría de sacado mi viejo! ¡Justamente él, venir a hablar así de Perón y Evita!... Jimena, que también estaba tratando de disimular las lágrimas, como podía, le puso las manos en el hombro al viejo.
-Papá, nosotros entendemos lo que te pasa –le habló, como sabe hablar la Jime cuando se pone afectuosa- Pero cálmate, por favor... No nos gusta verte así, tan... tan distinto...
-¡¿Así que a ustedes no les gusta verme así?! –le gritó el viejo, mientras se sacaba las manos de Jimena del hombro- ¡¿Les importa más lo que les pasa a ustedes que lo que me pasa a mí?! ¡Egoístas de mierda!... ¡Qué familia de mierda que tengo!
-¡No viejo, no es así! –dijo mi vieja- ¡Nos preocupamos por vos, y por lo que te está pasando!
-¡Eso! ¡Nosotros te entendemos, viejo! –me metí yo, para ayudarla a mi vieja- ¡Pero, por favor, no te la agarres con nosotros! ¡La culpa es del Gallego Fernández! ¡¿Por qué no te la agarraste con la cana, mejor?!
¿Para qué lo habré dicho? El viejo me miró con odio. Después, me agarró con las dos manos del cuello de la remera.
-¡¿Vos que querés decir?! ¡¿Qué yo les tuve miedo a los milicos?! ¡¿Vos me estás llamando cagón a mí?!
-¡No viejo; Gerardo no quiso decirte eso! –trató de defenderme mi vieja.
-¡Vos también ya me tenés las pelotas por el piso! –le gritó el viejo, mientras me soltaba- ¡Vos sos la que le llena la cabeza a este pendejo para ponerlo en contra mía!
El viejo ya había entrado en el delirio.
-Pero Pascual... –insistió mi vieja.
-¡Anda a la puta madre que te parió! –le gritó mi viejo, mientras le pegaba una cachetada.
Ya era demasiado... El viejo ni siquiera nos pegaba mucho a la Jimena y a mí cuando éramos chicos... Ahora yo también me puse loco. Agarré una botella que había sobre la mesa del living y la golpeé contra la misma mesa, partiéndola al medio.
-¡Pedíle perdón a la vieja o te desfiguro la cara, mierda! –le grité a mi viejo, mientras le apuntaba con la botella rota.
Él me miró, con una sonrisita que voy a odiar toda mi vida.
-¡No te vas a animar! ¡Te faltan huevos! ¡Tu vieja te crió como un mariquita!
-¡¿Querés hacer la prueba, la concha de tu hermana?! –insistí, mientras le acercaba la botella a la garganta.
Al escuchar que yo lo insultaba, el viejo volvió a mirarme con odio. Después levantó los brazos y extendió las manos, como diciendo que no quería más historia. Dejé de amenazarlo con la botella. La vieja y la Jimena lloraban abrazadas, pero no le sacaban los ojos de encima. El viejo se acercó a la puerta de calle. Me miró de arriba a bajo, como despreciándome. Abrió la puerta y se fue, cerrándola con fuerza.
-Gerardito, no lo tendrías que haber insultado así –me dijo la vieja.
-Fue más fuerte que yo, vieja. Te lo juro...
-¡Por favor! ¡Anda a buscarlo! –ahora era ella la que se había enojado conmigo- ¡Pedíle perdón, ¿querés?!
¡Pobre vieja!... ¡Debe quererlo mucho al viejo para bancarse todo esto!
-Está bien, yo salgo. Pero escúchame bien. ¡Yo no le voy a pedir perdón hasta que él no te lo pida a vos... y a la Jime también!
Las dejé a las dos, juntando los vidrios del vaso y la botella que se habían roto...
Ya estoy en la calle, mirando para todos lados. La gente no habla de otra cosa. Todo el mundo putea contra el Gallego, aunque cuando llegue el momento lo van a volver a votar. En una de esas, nosotros mismos... ¿Qué sé yo?... Ni rastro del viejo. Se me ocurre que debe haber ido al bar de don Echagüe. Mientras me mando para allá, lo veo al loco Requejo que viene caminando, muy despacio, con la mujer. Me imagino que algún abogado amigo, de esos que él tiene, lo debe haber sacado de la cana... Tiene moretones por todos lados. Viene arrastrando la pierna derecha, mientras se queja y putea. La mujer trata de darle ánimo y lo besa. Él también la besa, y empieza a llorar. Es un llanto de bronca, un llanto bien de hombre. Llora un montón, pero no se cansa de decirle a la mujer que la quiere mucho... El loco Requejo...

domingo, 30 de agosto de 2009

LA ISLA INFINITA de Francisco Muñoz Soler

El malagueño que leeremos a continuación no tiene desperdicio. No por nada nació un veinticuatro de diciembre del ’57. Activo en su voz de escritor participa en la Red Mundial de Escritores (REMES), Poetas del mundo, La voz de la palabra escrita y Militeraturas. Pero además podemos ver sus textos en las revistas digitales de literatura que por una cuestión de espacio están al final por que merecen ser nombradas y visitadas. Francisco tiene publicados por el momento cuatro libros: “Caminar para sentirme vivido” (2007), “En tiempos de prodigios” (2008),”El sabor de las palabras” (2008), y por último este año “La isla infinita”. Cuando me puse en contacto con él me envió una frase que resume la expresión más clara de alguien frente a su trabajo y la vida: “Poeta, como necesidad vital y regeneradora de si mismo, al menos hasta que la curiosidad siga alimentando sus sueños”.Señoras y señores a deleitarse con un malagueño que ya ha cruzado con su voz el charco hasta el Paraná.
Los textos a continuación son parte de “La isla infinita”, que usted rápidamente sabrá a cual hace referencia. A disfrutarlos.



ORIGINAL ESPEJO DE MIXTURA

Intrínsecos reflejos forjadores de la esencia
de la cubanía, de su ambarino perfume,
primigenios trazos de caudalosas vertientes
que han ido colmando de bellas metáforas
magníficos espejos de paciencia y grandeza,
desde aquel original e histórico entonces
hermoso natalicio de las letras por Silvestre
se inició la indeleble fascinación mágica
que ha ido enriqueciendo de fructíferas raíces
la tierra más fermosa de sabrosa mixtura
esencial germen de la nobleza de Cuba,
de cuatrocientos años de memorables voces.


YO SOY UN HOMBRE SINCERO

“Esa marcha hacia la desintegración
que ha sido el vivir nacional cubano”.
JOSÉ LEZAMA LIMA

Yo soy un hombre sincero
de donde no nace la palma
mediterráneo del mundo soy
a los mágicos palmares voy
y de su glorioso sitio retorno
a mi entorno de radiantes soles
y azules bucles de espumas
de sales que besan arena dura.
Mi verso desea ser surtidor
de gargantas de intramuros
que venza los silencios mudos
y sea expresión hermosa
de corales breves y sencillas
enarbolada bandera de azules
que acaricie como manto de flores
los caminos de ambas orillas.
No oculto en mi pecho bravo
el tremendo dolor que me hiere
la desintegración de la nobleza
y el entendimiento engullido por sierpes
que creen que el resplandor de la belleza
es la señal terrible del enemigo.
¡Ay!, ese crisol tan joven
que no sabe definir su hermosura.


RECORREN LOS DÍAS DE LA REPÚBLICA

“La esperanza de todos hecha fina cristal:
¡grano de nuestro bien . . clave de nuestro mal!”.
AGUSTÍN ACOSTA

Recorren los días de la República
funerales luces de relámpagos
funesto zigzagueo de desconcierto
en cielos de frustradas fragancias,
tiempos de corales principescas
reflejos de auríferos ecos
de almibarado hueco sonoro
al albur de balanzas y enmiendas,
de ingenios de aristócratas cañas
ensombreciendo cultivos de sustento,
de puertos punzando los costados
con buriles de dragones y enseñas,
amargos luceros de penumbra
guía de sumisión de sueños
de desilusionado deambular esquivo
que vacía el alma de la patria.



Revistas digitales: Artepoética, Remolinos, Encontrarte, Cinosargo, Letras Nuevas, Palabras de Tramontana, Amigos de la Urraka, Divague, El Laberinto de Ariadna, Herederos del Caos, Perito, 40cheragh , Urraka Internacional, Es hora de Embriagarse, Voces de Hoy, Almiar/Mar de Poesías, Letras, Ariadna-RC Laberinto La Rosa Profunda, Nevando en la Guinea, Espíritu Literario, Laberinto de Togoraz, Pensamientos Likidos, Dulce Arsénico, Contra la Oscuridad, Buracos Quentes, Carrollera, Palabras Salvajes, Antaria, Mondo Kronhela, Efory Atocha, Album Nocturno, Imaginante, Poesimistas, Nueva Literatura, Antología Literaria Actual, La Botica, Radio Sentidos, Radio Web Mundial, Colectivo Clepsidra, Comunidad P. La Revista, Azul@rte, The Big Thimes, Isla Negra, Sinalefa.

sábado, 29 de agosto de 2009

NO-LIBRO de JMG



Como siempre este espacio abierto a otros escritores hoy abre sus puertas a JMG, así lo vamos a conocer por que él lo quiso. Aparte de los poemas que se han seleccionado de su libro “NO-Libro”. Es que nació y reside en la provincia de Buenos Aires. Estudiante de Filosofía. Ha ganado un certamen de poesía organizado por la editorial La Colisión. Este NO LIBRO se puede comprar por internet. Además del trabajo de JMG que se ha tomado de difundirlo él mismo. Quienes estamos en esta labor sabemos que tiene un gran mérito. Traten de encontrarlo por que merece la pena. Un poco de todo, y con una voz propia de aires porteños.
Aquí tenemos un aperitivo:



Canción

Avanzaba claro y tenaz,
Calzado con la salvación condenada y espectral,
Célebre por su secreta tristeza,
Que evidencia en su crueldad.

Con alas rotas en los talones
Y el sol a mano, confuso
Recuerda insensible un sueño
Que dio sentido al ocaso.

Se sepulta perdonado,
Con su timidez mejor dispuesta
Mientras mancha al sol suave
Del arranque del olvido.

Despuntando pleno extravío
De esperar eternamente
Bajo esplendores de roseta
La pasión que más prospera.

Inmóvil se extenderá soñando
Mostrando las piernas torpes
Y cualquiera de estos días
Pesará por fin su fin.



Sueño y mentira


¿Qué hacer? No tiene sentido

Su manera siempre joven
Y a menudo atenta
Su gracia indócil
Que tanto inquieta.
Y un poco a veces
Se victimisa
Y su mirada tiembla
Y se revela ausente.

Cuanto posa en plenitud es inútil
Como quien ya no puede
Como si fuera gigante
Perderse en el “da lo mismo”.

Y yace, presa, se aleja
Golpea en la tarde azul
Y por primera vez la escuchas
Pero ya es inútil.

No oirá mi queja
Que florece en lo profundo de mí
Como quien llega y no puede
Darse paso a cumplir.

Y que ha llegado al despliegue
Donde rescata su obrar
Que al paso de las promesas
Se tilda en aparentar.

Hasta que un día reflexionas,
Y te das cuenta que es perfecta.
Y prueba que no fue más
Que un sueño y una mentira.



Z

Sentida pérdida, sonrisa tenue
Y por costumbre prefiero arder.
Ante mis ojos, la muestra;
Separas la vista y la dicha…
Y pienso mejor dos veces.
No por creer en algo y confiarme al azar,
Despunte la perdida del sentido.
No porque encuentre salida, entonces huya.
La disensión en inmensa
Y el desconcierto intenso.

sábado, 27 de junio de 2009

POR ARTE, AL AMOR de JUAN PABLO ANGELONE


Dentro de los escritores rosarinos que estamos conociendo toca el turno a Juan Pablo Angelone quien no debe pasar desapercibido. Autor tanto de poesía como prosa. Tuve la oportunidad meses atrás de conocerlo en uno de los ciclos de recitales poéticos de la ciudad, y casi siempre coincidimos en ellos. Al conocerlo bastaron unas pocas conversaciones en las mesas en común. Los puntos de encuentro como escritores sirvieron para descubrir su convicción frente a la obra y por qué no frente a la vida.
Aquí voy a hacer un paréntesis: remarcar la potente y clara voz que ha cautivado a los asistentes a la hora de darles vida frente al micrófono. Juan nació un 29 de julio del ´67 en este11 lado de la costa del Paraná. Licenciado en Ciencias Políticas y es docente de la Universidad Nacional de Rosario.
Por arte, al amor está impregnada de eso que llamamos amor con varios de sus rostros y el realismo urbano donde se desarrollan. Juego con la tipografía y el sentido de las palabras. Juegas con el amor y con la faculta de nombrarlo. Posiblemente el lector se pueda identificar con muchas de las frases de los tres poemas seleccionados (siempre arbitrariamente). Otras de sus obras son: Historias de Amerindia, El amor, de todas maneras, y Argentinalgia.
Seguramente Angelone volverá con sus textos a este blog, pero por el momento a saborear su poesía ...





NOCHE PERFECTA


Pudo haber sido una noche perfecta;
sólo que no estuviste
para comprobarlo,
para com-probarme.

Te presentaste ante mí,
de cuerpo ausente;
maldita presencia no presente
que amenazaba ser futuro.

Si Dios existiera,
hubieras aparecido.
Si Dios apareciera,
hubieras existido,
aunque tan sólo fuera
por esa noche;
esa que
pudo haber sido
perfecta.



PARADOJAS

Nada mejor que
sumar
mi soledad
a la tuya
para restar
soledad
a nuestros días.

Nada mejor que
sumar
mi libertad
a la tuya
para
encadenarnos
a la vida.





DESCONOCIDA


Tantas veces he entrado en tu intimidad
sin poder descubrir tu interior.
Tantas noches he besado tu frente,
sin poder leer tus vedados pensamientos.
Tantos encuentros he excitado
los humeantes latidos de tu corazón,
pero tus sentires siempre fueron silencios.


Tanto te conocí,
y aún quisiera ser en vos;
para que dejes de ser un misterio.







domingo, 7 de junio de 2009

VIA REMINGTON, de CORINA MOSCOVICH




Siempre es bueno conocer a otros escritores, y parte de este blog está dedicado a ellos. En este caso, es Corina Moscovich, una escritora rosarina que ha trascendido las fronteras del Paraná con su poemario “Vía Rémington”. Pero usted se preguntará ¿Quién es Corina?, bueno no hace falta que pongamos datos biográficos a esta poeta y persona de la ciudad de Rosario. Pero describiré brevemente parte de su vida: ha viajado, es traductora y profesora de inglés, continúa su carrera de Letras en la Universidad de Rosario. Y fundamentalmente como decimos por estas latitudes es una persona “macanuda” (maja, chévere, etc.) que lee en los bares de la ciudad. Entre muchas otras actividades relacionadas con la escritura dentro del país.
Los poemas que están a continuación se encuentran en el libro “Vía Rémington”, el cual tiene la particularidad de tener poemas en español e inglés. Los cuales pude escucharlos recitados con un maravilloso acento. Estos han sido concebidos en Birmingham (Inglaterra), Bismarck (Estados Unidos) y por supuesto Rosario (Argentina). En el mismo se puede ver la visión introspectiva de la autora, descripciones de escenarios donde el lector forma parte del ánimo al cual se hace alusión. Un lenguaje poético renovador. Cincuenta poemas significativos, que a modo de confesión le digo que son para leer y releer en cada oportunidad. Usted entenderá frente a los poemas que no hacía falta datos biográficos para presentarla. Por supuesto que la selección de los tres poemas ha sido de forma arbitraria por mi parte, pido las disculpas. Cuando en sus manos tenga el libro me dice cual usted hubiese puesto.
A disfrutarlos ...



DEFINICIÓN

Soy un número
insertado en una letra
con paréntesis
y guión,
contradicción que camina,
siente y piensa
en un espacio limitado
por puntos suspensivos.


Soy un símbolo en negrita,
una palabra resaltada,
una duda abarrotada
de cuandos y porqués.




SILENCIO

Vivir entre la muerte,
la sangre es común denominador
de lo sublime
de lo degradante
de lo insólito.

Buscar las semejanzas,
hallar las diferencias.

Sorprenderse
ante la determinación
de los genes.

La dulzura se hace amarga
al recorrer más de mil venas.
La mirada es siempre la misma.
La actitud de espera también.

Se confunden los rostros,
los hospitales,
los sanatorios,
los médicos.

Y la sangre continúa
marcando el camino de la muerte ...




PRESENTE

Llueve la certeza
copos transparentes
en una geografía gris
e incoherente.

Oigo ruidos
que pertenecen
a una escena
que no quiero ver.

Más estoy detenida allí,
dejando que los instantes
se multipliquen y reproduzcan;

viviendo con mis cinco sentidos
el ayer y el mañana

El hoy
es instrumento vacío
y con pena de amor.

viernes, 10 de abril de 2009

CRISIS Y TERROR de Luciano Juncos

El siguiente texto pertenece a un amigo historiador llamado Luciano Juncos, oriundo de Carcarañá pero con una visión universal de la vida. Es un placer poder presentarles parte de su trabajo, aunque no será el último que vean por aquí. Palabras que describen la situción del interior de la Argetina, la cual para algunos será mas cercana y para otros será novedosa en cuanto a los actores y el escenario de una problemática sin resolución por el momento. A degustarlo.
Crisis y Terror
Las Herramientas del Dominio

Suenan los primeros acordes de “himno de mi corazón” de los Abuelos de la Nada y yo en la silla de siempre leyendo algunos de los titulares que aparecen en los diarios simultáneamente vienen a mi mente recuerdos de algunos informes televisivos y del pasado inmediato, que por cierto no me dejan un buen sabor.
Todo este combo informativo hace que mi día culmine un tanto alterado, pues cuando estoy acostado resuenan en mi cabeza, como un tambor incansable, las palabras “violencia”, “piquete”, “protesta”, “escrache”, “desocupación”, “pobreza”, “hambre”, “inseguridad”, “muerte”, “crisis”, y como si esas palabras sueltas no bastaran aparecen las frases: “el gobierno contra el campo”, “el campo contra el gobierno”, “camioneros vs. agrarios”, “adelantamiento de las elecciones”, “está todo cada vez más caro”, ya no hay plata que me alcance”, etc..
Soy un ciudadano que no está involucrado directa o inmediatamente con ninguna de las facciones que hoy en día dicen ser el motor de bienestar económico (que al parecer lo confunden con bienestar social), o de los que hablan de la coparticipación y el reparto de las riquezas (de quienes sólo espero que, cuando se repartan la torta, lo hagan con un cuchillo serrucho de modo que cuando terminen pueda ir a buscar lo que queda entre los dientes, eso sí, siempre y cuando no haya algún vivo que le pase la lengua).
No es que me cueste expresar lo que siento pero actualmente no se si estoy amargado, indignado o desahuciado, pero lo que sí sé es que estoy completamente confundido. Escucho hablar al ex presidente criticando las decisiones y posturas que toma el campo. No entiendo qué hace dando un discurso. Espero disculpen mi ignorancia, pero no sabia que los aspirantes a ocupar un banquillo en el senado daban esa clase de discursos como parte de su campaña, es más hasta me párese demasiado excesivo para un posible futuro senador. Digo esto porque hoy no es más que cualquiera de nosotros y se sube a un escenario a dar fervorosos discursos en nombre de la Nación sin tener en cuenta que sus palabras podrían desatar una ola de violencia. Por otro lado están los que representan al campo hablando en contra de las decisiones del gobierno, a los que se les suma parte de la oposición política al oficialismo. Esta gente, los del campo, reclaman, por una parte, dinero (que es lo que lleva a la mayoría de ellos a las rutas), por otra, una reforma impositiva, baja de las retenciones y ayuda económica para los sectores, de su “rubro”, más afectados de los últimos años. Ellos aseguran que si el gobierno sigue estas medidas la economía se reactivaría y todos quedaríamos felices y contentos. No entiendo cómo en lugar de ordeñar, sembrar, cosechar, etc. no fueron economistas.
De todas formas, esa no es la cuestión. Supongamos que es cierto y todos, dentro de unos años, podamos tener el 0 Km. esperándonos fuera de nuestra casa (en este momento imagino lo contento que estaría ese chango chaqueño que al salir de su rancho se encuentra con su Focus, eso sí, base, el que utilizará para hacer los 15 kilómetros que debe para conseguir agua). Ahora, me pregunto ¿el bienestar económico a costa de qué sería? Tal vez de la piedra que le caiga encima al auto y logre partirlo al medio o que lo derrita el sol de un medio día de enero. La deforestación, de lo que es también culpable el gobierno, para conseguir nuevas tierras cultivables es cada vez mayor y esto contribuye, aun más, al cambio climático. Pero no hay que ser tan dramático, tal vez sólo nos quedemos sin agua para beber, porque los agroquímicos que utilizan contaminan las napas o quizás el daño pueda ser aun menor: tener algún familiar con una enfermedad respiratoria o cáncer. Investigaciones recientes demuestran que el porcentaje de estas enfermedades en pueblo o ciudades que se encuentran entre tierras cultivadas es más alto que el de las que no lo están. Adivinen qué, Carcarañá pertenece a las primeras.
Pero esto no culmina aquí. Párese que todos leyeron a Maquiavelo: el oficialismo manda a camioneros a pelear con los del campo, a personas, de bajos recursos económicos, que pinten y escrachen las casas de funcionarios que se oponen al gobierno. Estos últimos envían aliados a las rutas para que aconsejen a los agrarios y así no caigan en el plan del gobierno, que es enfrentarlos con el resto de la sociedad. La oposición al gobierno considera que si el enfrentamiento entre campesinos y camioneros se llevara acabo la sociedad vería la violencia de quienes “paran” al país y avalarían al gobierno si este sacara por la fuerza a los agrícolas de las rutas. Pero lo que más inquieta a la oposición es que esta parte del pueblo (la que avalaría al gobierno si la situación planteada se diera), les de su voto en las próximas elecciones que ahora sí son próximas.
Es así que me encuentro a la espera de algún héroe que nos salve y que me ayude a comprender quién dice la verdad, quién miente, por qué si todos quieren el bien de la Nación pasó todo un año y aún no se ponen de acuerdo.
Sin temor a sonar melodramático les confieso que me siento al borde de un abismo con alguien por detrás dándome a elegir entre saltar o dispararme un tiro (al menos me toco un sicario democrático ¿no?). No sólo no sé a quién creerle sino que además tengo la sensación que estamos a unos pasos del estallido social. Los reclamos que recibe el gobierno no son únicamente por alguna clase de impuestos o retenciones sino que el reclamo más contundente e incesante es por la seguridad, algo que nuestro magnánimo y omnipotente intendente no logra conseguir. Tengo toda la sensación que la esperanza de vida de los argentinos ya no depende de la saludable vida que se haga sino de lo rápido que puedas ser a la hora de entregar tu celular, billetera y zapatillas a quien muy “amablemente”, apuntándote con un arma, te lo pide. Pero éste es un tema que merece un artículo aparte, porque tal vez no sólo leyeron a Maquiavelo sino que también a Hobbes y su plan (me refiero a los que comandan el Estado), sea dominar con el terror la voluntad de todos. Así que no voy a continuar.
El objetivo de estas líneas fue plasmar una parte de esa sensación de confusión que tenemos quienes nos encontramos un tanto al margen del conflicto gobierno-campo pero no asilados de la sociedad y sufrimos los abatares diarios que ésta nos presenta. Considero que este conjunto de cosas no nos hace la vida más feliz y por lo cual, si nos incitan, es posible que tomemos decisiones violentas. Espero que esto no suceda. Recordemos que somos parte de una historia única, la historia de la humanidad.
Hoy mi deseo más profundo es que, aunque sea por error, nos demos cuenta de eso, porque estamos haciendo la cola, con la entrada en la mano, para asistir a nuestra autodestrucción. Quédese tranquilo, si sucede, seguro tendrá asientos en primera fila.

domingo, 22 de marzo de 2009

33 AÑOS DE MEMORIA


Las nefastas consecuencias causadas por la dictadura en Argentina, se han sucedido en diversos países Latinoamericanos por la misma década del setenta. Pero no es exclusivo americano, también lo han padecido y padecen otros países. No tiene exclusividad continental. Pero la memoria es importante a la hora de crear la historia como sujetos. No restando sino: otros + otros.
Un 24 de marzo de hace ya treinta y tres años se quebró la historia Argentina. Se hizo añicos el sueño de una generación por donde transitaba la fe conciente y accionada de otro futuro posible. De otra identidad como sociedad, dentro y fuera de las fronteras.
Una generación donde el cambio transitado hacia otro modelo se visualizaba desde las aristas de los diferentes movimientos políticos.
Podemos estar de acuerdo o no con las tácticas utilizadas por determinados sectores para alcanzar su objetivo. Incluso coincidir o no ideológicamente con estos. A saber estamos en democracia y podemos expresarlo. Pero bajo ningún punto de vista eso justifica y determina el terrorismo de estado utilizado por la última dictadura militar del señor Videla a la cabeza y sus secuaces detrás. Desde el aparato militar al económico.
La famosa teoría de los dos demonios impulsada por intelectuales disfrazados de progre queda obsoleta con sólo leer las cifras de las personas que militaban en los movimientos armados. Pero vuelvo a reiterar estamos en democracia, y otras voces se escuchan en los medios de comunicación, y está bien que así sea. Aunque se revuelvan las tripas al escuchar semejante negación de la historia. Darles voz a aquellas personas que cuando estuvieron seguras en sus casas, disfrutando de la especulación financiera y haciendo oídos sordos a la paulatina desmantelación de la industria nacional. Se taparon los ojos frente al secuestro, tortura y posterior desaparición de personas. De miles de personas, de una generación ausente. Otros fueron el grito sordo de la censura, la persecución y el exilio.
Según la Real Academia Española la memoria es la “facultad psíquica por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado. Exposición de hechos, datos o motivos referentes a determinado asunto”. Por eso todos los 24 de marzos hay que tener memoria, recordar cada nombre, cada asunto, cada palabra. Que no quede atrofiada una parte de la historia. Los nombres son gritados en público después de 33 años donde el establishmen había decretado que no era necesario volver al dolor. Pero cuan equivocados estaban, era nuestro dolor, el de cada uno de los familiares, de amigos, hermanos, hijos, nietos de la memoria. De la generación que era parte de nuestro transcurso y discurso cotidiano. Después de 33 años, las Plazas se llenan y los juicios se abren. Mal que les pese a muchos. Los locos son los cuerdos.
Como lo fue Rodolfo Walsh (1927-1977) un formidable periodista y escritor. Una persona coherente entre pensamiento y acción. Desaparecido por la última dictadura militar cuando a un año del golpe enviaba a diferentes medios de comunicación su texto Carta abierta de un escritor a la Junta Militar Como merece ser leído y releído: (
http://www.nuncamas.org/investig/articulo/walsh_carta.htm). Palabras elocuentes de las consecuencias tanto social como económicamente que significó el gobierno de las Fuerzas Armadas. Sin tapujos, con nombre y apellido de los responsables de la masacre en la que sumergieron al país.
Walsh lo describió lucidamente: “...donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades”
Nada fue un azar, había que imponer un modelo. Un forma de pensar, un estado de gracia para quienes años más tarde se harían cargo del destino del país. La lista de las desapariciones aumentaba. Estado – otros = desaparecidos.
Cada uno de los nombres, cada uno de los rostros que hoy no están. Cada memoria activada todos lo marzos, todos los 24. Cada llanto y cada por qué.



24

Ella nació un 24 de marzo
Yo morí un 24. Sus padres se alegraron
Los míos lloraron. Ese día hizo calor
Por el otro frío. Sopla las velas todos
Los 24, yo pido castigo todos los 24.



PAREDES

Sentada escribe a través de
Las paredes dormida
Mientras la lluvia vuela
Perdida hacia horizontes
Imaginarios.
Evadirse del dolor sin
Pensamientos, sin ropa
Ni alimentos, sin ella.
Vuelve a su cárcel,
De rodillas contra el suelo
Bichos pululan en la sala.
Entran y salen
Dolor silencioso / imparable
Nº 34343434343434343434
Horas mortuorias horas
Atardeceres claros y
Perpetuos se han quedado
Donde se detuvo
Tu voz/s.

domingo, 15 de febrero de 2009

CHEMA VEGA y su libro CARTAS DESDE BOHEMIA




Presentar a Chema, es un gusto y una deuda pendiente. Un placer compartir con ustedes parte del trabajo de este magnífico poeta y amigo. Primero saber quién es este escritor afincado en Madrid, y segundo dos poemas que son parte de su poemario CARTAS DESDE BOHEMIA, que merece un lugar destacado en nuestra biblioteca.
Chema ( José María ) Vega nació en 1980 en Aranda de Duero. Abogado y poeta Ha participado en cursos poéticos impartidos por la Casa Encendida de Madrid, concursos literarios siendo premiada su obra. A partir del 2007 forma parte del taller literario de la Asociación Cultural Clave 53, dictado por Giusseppe Domínguez. Integrante del grupo poético Polemos, quienes organizan recitales artísticos por diversos locales de la ciudad de Madrid y fuera de ella.
Con un registro propio dentro del mundo de la poesía, en su primer libro Cartas desde Bohemia se puede observar las temáticas actuales como: la inmigración, el maltrato o el escabroso mundo de la droga. Como además la nostalgia, pasiones o la eterna batalla entre amor y desamor.




BODAS DE HIEL


Después que chirrían los frenos
que aparca en su puerta un coche
(su estrella -que es un dulce pentalfa-
detiene el tiempo entre sus puños)
se apean improperios de sucias caricias
-el cansancio de ideales presos-.

Falsos perdones humillan lágrimas
que nadan entre las riendas tirantes.
Infeliz
aterrado
haces de musas tu arte
y festejas felicidades de noche
con epítetos que esconden la IRA.

¿Una actriz? se maquilla con alegrías
que regalaste ayer entre huellas bien definidas;
¡que no abandone un lecho!
¡que sea reclusa sin celda!


Y entre tanto se adereza el brillo del metal
y se acortan los flujos de las corrientes
que absorben la vida en sus últimos suspiros:
Negros morados, pesadillas de amores ciegos
¡De luz se bañan los infiernos!




ENTRE ESPINAS VENIDERAS


Separan los escapularios las montañas
y sus cumbres que son deseo;
se guardan las grutas entre espesas enredaderas
que no cortan de vida sus raíces
mientras tu boca abre camino en este sendero, tu boca...
Es tu sed que entre campos yermos inunda los arenales
y las arrugas y sus pliegues, oscuros de baile gitano,
-sus pliegues-
Supón que se unen los tobillos, los montes y las verdades,
que las lenguas no flaquean
y que riegas este cetro de Pasiones.
Supón que se elevan anclas...

lunes, 26 de enero de 2009

ATENDER EL TELEFONO


Planta baja segunda puerta, cinco minutos antes. Bueno, mejor buena impresión. Sí, vengo por que tenía una entrevista de trabajo. Se abrió la puerta y a mi derecha estaba la otra para pasar a la oficina. Diez mujeres con formularios en las manos y sobre las rodillas completando con letra imprenta cada uno de los huecos que dejaba el folio. Disculpe tengo una cita a las once mi nombre es ..., le dije a la secretaria mientras sacaba del bolso mi curriculum. Sí, sí llena por favor este formulario y luego pasa a la sala de los ordenadores a hacer un ejercicio. Sí por supuesto, le respondí con la mejor de mis sonrisas de oficina. Luego de veinte minutos regresé con el trabajo hecho y el formulario completado. El ejercicio había que guardarlo y la encargada de hacerme la entrevista lo vería en su ordenador. Todo moderno, y la decena de personas se había convertido en veintena. Imposible caminar por el pasillo, y otras decidieron volver otro día, con las quejas pertinentes. Esperé veinte minutos más, y me dijo que pasara a la otra sala. Allí le di la mano a una señora de unos cincuenta años con la camisa cerrada hasta el último botón y una falda negra que le tapaba la rodilla. Ahora viene M., una cosa un detalle sobre tu curriculum, Está muy bien pero lo tendrías que armar de otra manera. Por que aquí veo todo lo que estudiaste, los cursos y la experiencia. Pero no sé si sabes atender el teléfono. Continué sentada en la silla mientras asentaba con la cabeza y me preguntaba que tipo de persona podía hacerme esa pregunta si me realmente había leído las dos hojas que me costaron años de estudio y trabajo.
Vino M. me preguntó un par de cosas a modo de ritual, o del propio cansancio. Y luego las hizo en inglés a las cuales respondí sin que la voz me temblase como a la hora de un examen final en la facultad. Me dio la mano y su asistente también. Y al tratar de cerrar la puerta tras de mi, oigo: habla muy bien inglés. Pero seguramente no sabré atender el teléfono. Oiga ..., diga ..., se cortó la comunicación.

FUNERAL



A primera hora de la mañana habían llevado el cuerpo desde la morgue a la casa de velatorios. La misma de siempre, la de la familia. En el centro del pueblo frente a la Iglesia: El Ayuntamiento y la salvación eterna juntas a pocos metros una de otra. Ni siquiera se tenían que tomar la molestia de pensar cuál de las tres opciones era la adecuada.
Los empleados colocaron el cajón sobre los soportes y encendieron la lámpara eléctrica que simulaba una inagotable llama. Una luz para un ciego. La mujer que casi rozaba los cincuenta preparó las tazas de café y jarras de jugo en la recepción. Los dos juntos se fueron con el administrador a terminar de arreglar los papeles y el dinero.
Marta sollozaba. Secaba sus lágrimas con pañuelos descartables, las pocas que le quedaban en los ojos hinchados. Jorge firmaba y la miraba de reojo. Esta mañana culminaban cuatro días agotadores. El ataque, terapia, tubos, reanimación. Cuatro días poco dormidos. Asustados. Deglutiendo la idea de la muerte.
Mamá siempre había hablado sin tapujos de la muerte desde que tengo conciencia. Pero no me hago a la idea, no puedo creer que hoy entre papeles y gente que ni tengo ganas de ver se encuentre ella, ahí dormida. Que no la voy a ver más, que la cocina no tendrá ese olor a detergente de limón.
Marta tenemos que hablar, mañana tenemos que decidir que pasa con la casa, le dije cuando salimos de la oficina. ¿Te parece?, no podes esperar por lo menos dos días. Tienes que hablar de esto ahora. Siempre igual, todo ahora, sin el menor sentido del tacto, me respondió mientras su cara se arrugaba.
Si no puedo aguantar, quiero las cosas ahora y las quiero ya. Eso no me va a devolver a la vieja, ella ya está ahí durmiendo. En qué va a cambiar hablar de eso mañana o dentro de dos o mil quinientos días. El melodrama ya me parece exagerado. Se veía venir, a qué viene esa escenita. Esta siempre igual, con los pañuelitos en la cartera. O que se cree que yo no siento, que a mi no me duele, a mi también me duele.
Comenzó a llegar gente a la funeraria, los primeros los vecinos y luego los parientes. El hijo mayor de Marta se había encargado de llamar uno por uno de la agenda de la abuela. Otros le habían prometido que se ocupaban de avisarles a algún conocido que seguro él por su edad no se acordaría.
Horas y horas de saludos, de besos, de condolencias. Llantos y cafés. Donde la paz de una es la fragilidad de otros. Donde comienza y acaba algo. Ser o estar, y parecer.
Marta oía los comentarios en la recepción con una vaso de jugo en la mano y un cigarrillo en la otra. Ausente, y con una mueca agradeciendo las condolencias a quien se acercaba a darle un abrazo.
Pasaron la noche en la pequeña habitación contigua hasta que llegó el cura. Todo el protocolo, y luego sellaron el cajón. Sólo Jorge y Marta agarrados del brazo miraban como el punto y final de la historia se escurría frente a sus ojos. En sus miradas estaban las conversaciones pendientes de debían terminar. Definir el futuro, otro futuro sin olor a limón.

martes, 13 de enero de 2009

PASA EN PALESTINA, A NUESTRO LADO




La crisis mundial, o mejor dicho la crisis de los países industrializados, nos ha afectado a todos los habitantes de este planeta. De una forma u otra hemos sido un publico fiel a los noticieros internacionales y a los relatos de amigos de otras latitudes. Cada cual asentía a su porvenir con la leve esperanza que el final fuera de las comedias románticas de hollywood. Pero solamente era eso: una esperanza. Ahora nos convertimos en espectadores de la masacre de Gaza mientras la comunidad internacional cree que es más importante como la gente pagará en cuotas su hogar dulce hogar. Cuidado con pronunciarse, cuidado con tomar partido, cuidado con denunciar. Eso está pasando lejos, muy lejos mientras usted toma un café con tostadas. Una guerra es rentable. Pero ¿ Es una guerra?. La respuesta es muy clara, y la población civil palestina asediada desde hace años nada tiene que ver con los designios internacionales de unos pocos. Los niños muertos, las casas destruidas, su vida cortada a trozos de bombardeos, nada tiene que ver con el deseo de muchos de la convivencia pacífica. Somos diferentes, creemos en diferentes cosas, actuamos diferente. Aceptar al otro es una labor de todos los días, de cada elección que se hace. De enriquecerse y fortalecerse. Nadie en su sano juicio acepta las atrocidades que están pasando no tan lejos nuestro, ni los habitantes de Israel ni los de Palestina. Nadie confía en un negocio a costa de la vida de las personas. Aunque otros tienen que pensar si es o no verdad, si cuadran o no las cuentas, o si es un daño colateral de la crisis mundial. Por suerte al terminar este texto la comunidad internacional se ha pronunciado para que cese el fuego en sobre esa región y marchas como la de Madrid son un ejemplo a imitar.